Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







sábado, 13 de junio de 2009

Linda



Lo siento, no lo he podido evitar.
Sigo con el "rescate" del baúl, donde guardo las páginas del viejo cuaderno, pero me cuesta hacer cualquier cosa con esta ola de calor que ha entrado aquí de repente. A otros quizá les guste y les siente bien, pero para mí el calor es como un azote, como una paliza, como un castigo.
Los lobos esteparios gustamos de otros climas más frescos.
En fin, el caso es que esta mañana he visto la última entrada que ha puesto la amiga Cristalook en su sitio, una entrañable y cariñosa entrada dedicada a su perrita Líli, y no he podido sustraerme a la tentación...

Yo también "tuve" una amiga similar, hace algunos años, muchos años ya. Era una mezcla de pomerania y "chucho", según el veterinario, pero para mí era un encanto, y ante todo "mi pequeña amiguita" de cuatro patas. Una mañana, al despertar, me la encontré a los pies de mi cama, metida en un barreño. Yo tendría unos doce o trece años, y ella tan sólo unos pocos meses, o puede que semanas. Fue un fantástico regalo y una muy grata sorpresa. La vi tan bonita que le puse el nombre de Linda.

Tenía su genio, su "mala leche", pero sólo si la provocabas. Por lo general, era muy cariñosa y juguetona. Estuvo con nosotros unos dieciseis años. Hubo en casa otros perros, buenos amigos también, pero a Linda la recuerdo especialmente. Sentí mucho no poder estar en su despedida. Y esta pequeña entrada quiere ser un homenaje a mi querida y entrañable Linda, que tan buenos momentos me regaló con su vida.
Para que vea desde dónde esté que no la he olvidado.

Después sigo removiendo en el baúl.


AHM

26 comentarios:

  1. Este calor Antonio, hará que algunos no escribamos con la misma densidad y, necesitemos unas vacaciones. Que deseo que el pueda las disfrute, aunque sea quedando se en casa, si, al final no cuadran los números.

    Es posible que con aquel regalo de tu perrita Linda, diera inspiración al que ha sido Lobo estepario.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Esta entrada es entrañable, me ha conmovido yo adoro a los animales y mi perro Lolo, un labrador de color canela, es mi debilidad.

    He leido también la segunda parte de Sueño de Flautas, y efectivamente la historia se complica. El final, especialmente la frase "ningún camino lleva hacia atrás" es terrible, a mi casi me duelen esas palabras.
    Gracias por compartir el cuento.

    Un beso muy fuerte.
    (Aquí el calor es mortal)

    ResponderEliminar
  3. Desde el blog de Cristalook recalo en este Cuaderno Nocturno, de tanta enjundia y al que volveré con más calma (hay mucho que leer). Como veo que se queja del calor, quizás podría refrescarse un poco si se da una vuelta por «La Posada del sol de medianoche», ya sabe, frente a los fiordos nórdicos... Un gusto saludarlo (y disculpe el colofón publicitario).

    ResponderEliminar
  4. ¡Vaya pedazo de rubia preciosa, tu Linda!. Dicen los que entienden, que la mezcla de raza y chucho, da los ejemplares más inteligentes. Seguro que era un amor. Todos ellos, son compañeros inolvidables, pero es cierto, que con algunos se conecta especialemente ¿verdad?.
    Mi Líli y tu Linda, están entre esos.
    En cuanto a la calor, sin ánimo de daros envidia a Terry lunaazul y a tí... os diré que aquí, con la brisa marina, ahora mismo se está de cine. Pero este mediodía el calor pegajoso típico de los lugares húmedos nos castigaba especialmente.
    Os envío a los tres abrazos marinos fresquitos.

    ResponderEliminar
  5. Hola, Terry.

    No, amigo, no es con "densidad" con lo que yo quiero escribir, sino con ligereza. Que el aire fresco me empuje las alas...
    La densidad es propia del calor, y yo, aunque nací justo en este mes de Junio, amo otros aires muuuy distintos.
    En mi caso me quedo en casa, por lo que dices de los números, pero afortunadamente tengo 'aire acondicionado'. Algo es algo...

    Linda me acompañó durante muchos momentos de mi vida, y sobre todo fue siempre eso, una compañía, una buena compañía.

    Un saludo, Don Terry.

    ResponderEliminar
  6. Me encanta esta entrada!!yo tengo mi amigo fiel!!
    Antoño cuidate del calor! pero disfruta de este verano!! en Argentina estamos tiritando de frío!! te dejo un gran beso!!

    ResponderEliminar
  7. Hola, Juana.

    Líli, Linda, Lolo... ¡Todos los nombres empiezan con "L"! ¿Por qué será?
    Gracias por leer la segunda parte del cuento, Lunaazul, pero no te agobies por eso de "ningún camino lleva hacia atrás". No es más que una metáfora, una imagen, algo que nos indica y quiere empujarnos hacia adelante, para seguir descubriendo, para que no nos estanquemos.
    Pero la vida, amiga, está en todas partes, atrás, adelante, y sobre todo "en el medio", o sea en el presente.

    Te digo otra cosa, Juana: ¡al calor que le den por el saco!
    A mí me sienta fatal, pero hay muchas salidas para escaparse, por ejemplo la que estoy usando ahora mismo: hablar con una amiga sobre cuya mirada siempre brilla una "luna azul".

    Un beso, Juana, y no te dejes "matar" por el calor. Que hay muchas cosas para refrescarse. Por ejemplo, un cuento o un poema.

    ResponderEliminar
  8. Hola, Alfredo.
    Sea usted bienvenido a estos pasillos de sombras, en los que a veces brillan extrañas luces amigas.
    Ya me gustaría irme a esa posada que menciona. A las islas Lofotten o a Bergen, o a algún sitio parecido, pero no puedo. Así que, de momento, me tengo que aguantar.
    Me gustaría mucho tener una cabaña en Laponia, por ejemplo, pero...

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  9. ¡Hola, Cristal!

    ¿"Rubia preciosa"? Gracias, pero siempre creí que era color canela, jajaja.
    Sí, es como dices. En casa hemos tenido hasta siete perros al mismo tiempo, pero con algunos se establece una relación especial.
    Recuerdo ahora también a Tani, una perra doberman, con las orejas sin cortar, que me acompañaba en mis paseos por el campo, y me esperaba tranquila mientras yo leía algún libro. Era la reina de la paciencia, jeje.

    ¡Qué bien suena eso de la brisa marina! Me alegro que hayas encontrado un sitio para vivir que tiene esas delicias.
    Yo, aquí, en el seco Madrid, donde las tormentas nos miran desde arriba con desprecio, sólo tengo el alivio del aire acondicionado.

    Pero bueno, hay que "apañarse".

    Gracias por esos "abrazos marinos fresquitos".

    Un beso.

    (y mis saludos a Líli)

    ResponderEliminar
  10. Hola, Fabiana.

    Siempre me sonará raro esto de que en algunas partes del mundo haya calor y en otras frío. Ya sé que es normal, pero me suena raro.
    A mí ahora me gustaría mucho estar en Argentina.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  11. Tu baúl hace que se abra el mío! Y recordé a mi perra Dami, y a mi gato Simba.Entrañable tu baúl, Antonio.Si seguís revolviendo mucho voy a llorar...


    Mil besos!

    ResponderEliminar
  12. Compañero, si te sirve de consuelo, aquí también nos estamos friendo, 32 grados a las 6 de la tarde a 2,200 metros sobre el nivel del mar

    ResponderEliminar
  13. Cuando me preguntan siempre digo contundentemente que no me gustan los perros. Pero es mentira. Es una argucia para esconder una vieja nostalgia. Al abrir tu baúl, la tapa del mío ha zozobrado. He entendido perfectamente ese cariño que guardas de tu perrita. De niño. En casa de mis padres teníamos un pastor alemán. Nunca consideré a mi perro como tal, sino que era una persona. Me escuchaba y me hablaba. Y ahora después de tantos años, sigo creyéndolo. Tampoco nunca dejó de saludarme, al verme, mostrándome su alegría y su respeto. Nadie le pidió que me protegiera ni que fuera mi mejor amigo en momentos de soledad. Cuando murió fue un trauma para mí. Pase meses llorando y echándole de menos. Quisieron comprarme otro perro, pero yo me negué en rotundo. Mi perro había muerto y nunca habría otro más.
    Y así sigo. Es otra forma de quererle.
    Gracias por dejar compartir sentimientos. Un abrazo, Antonio.

    ResponderEliminar
  14. Amiga Silvia, no entendiste...
    Esta no es una página de mi "baúl", bueno sí, pero en otro sentido, en el de los buenos recuerdos.
    La culpa es, como decía, del cariñoso homenaje que le hace Cristal a su perrita Líli.
    Inevitable para mí acordarme de mi querida Linda.
    Y ahora tú recuerdas a Dami y a Simba... Son presencias inolvidables, sin duda, porque nos acompañaron y nos entregaron toda su cercanía y cariño. Seres inocentes que llaman "irracionales" (?), pero que están llenos de corazón.
    Curiosamente, mi hermana perdió hace poco a un gato grande, hermoso y sabio que se llamaba también "Simba".

    Pero no llores, Silvia. Estuvieron con nosotros, nos acompañaron, nos entregaron su vida, su fidelidad y su alegría. Tenemos que sentirnos felices de haberlos conocido.

    Besos, amiga.

    ResponderEliminar
  15. Hola, Juan.

    No, no me sirve de consuelo, jeje.
    32 grados a las 6 de la tarde, dices, pues aquí tenemos 30, ¡pero a las 4 de la noche!
    Y la altura aquí en Madrid es menor, creo que de 1,600 m.
    Está claro que los vientos frescos soplan en otras partes...

    México y España están casi a la misma altura en el Mapa-Mundi (bueno, nosotros algo más al norte). México tiene la cercanía de desiertos como el de Sonora y Arizona (que no sé si son el mismo). Y España tiene al lado nada menos que el desierto del Sáhara, que es el más grande del mundo. Cuando el aire nos viene de allí, desde África, esto se calienta como un hornito, jeje.

    Un saludo, Juan, y a refrescarse en cualquier fuente. No hay otro remedio.

    ResponderEliminar
  16. Hola, Daniel.
    A mí tampoco me gustan los perros, yo ¡los amo!
    No era mi intención remover viejos sentimientos, pero así parece haberos pasado a Rayuela y a ti.
    De todas maneras, tampoco está mal abrir de vez en cuando esa tapa del baúl y recordar viejas presencias amables.

    Un abrazo, Daniel.

    ResponderEliminar
  17. Yo suspiro por un iglú.

    Supongo que de ser perro sería un Huski siberiano.

    Tuve un braco, una, bellísima, siempre fue niña, a pesar de que fue madre dos veces.

    Se llamaba Gin.

    Se fue a los 14 o así.

    Y no quise más.

    Besos, caminante, sigue revolviendo el baúl que leer tus recuerdos es recordar también.

    ResponderEliminar
  18. Hola, Lena.

    ¡Me encantan los iglús! Creo que es la casa perfecta, y además es circular, lo cual es muy bueno para la salud física y mental. Quizá, quién sabe, todos nuestros males vengan de vivir en casas cuadradas con líneas rectas...

    Yo, como lobo estepario he tenido varios amigos Huski, y más de una vez hemos disfrutado de largas y libres carreras por las estepas. Creo que desde lejos nos solía observar un tal Dersu Uzala, un señor muy raro que nos miraba en silencio con una sonrisa. Alguna vez me pareció oír que decía: "Buena gente".

    Un recuerdo para tu amiga Gin.

    Y un abrazo para ti, Lena.

    ResponderEliminar
  19. Hay que ver alguien abre su baúl y con él se abren todos los baúles.

    Yo recuerdo un perro marrón avellana, en casa de mi bisabuela, durante 14 años aguantó mis perrerías de niña sin protestar y le daba caramelos a escondidas,de los que me daban a mí, porque no podía aguantar aqulla mirada mientras yo me los comía, se murió de muy viejo ya era yo mayor pero ya no me llevaban al pueblo para engordar y que me diesen los buenos aires...Con el que lo sustituyó ya no fue lo mismo.

    En casa de mis padres hubo una perra dálmata, Laica, a la que quise mucho, lloré mucho cuando se murió y no quise más mascotas, aunque antes había tenido una paloma blanca a la que salvé de acabar en un guiso.

    No te alejes del baúl, que aquí iremos dejando todos nuestros recuerdos.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  20. Es que el calor ha venido de golpe...Tremendo!

    Claro que sabe Linda que no la olvidas. No se olvida a alguien que se recuerda. Y además ellos siempre están con nosotros :-)

    ResponderEliminar
  21. Hola, Alfaro.
    Nos hablas de Laica, la perra dálmata, pero no dices el nombre del "perro marrón avellana". ¿No recuerdas su nombre?
    Repito que éste no es el "baúl" al que me refería con lo de los rescates; en todo caso sería el "arcón de los buenos recuerdos", pero bueno, jeje, da igual.
    ¿Hace también calor en el norte?

    Un beso, poeta.

    ResponderEliminar
  22. Hola, Bruja.

    Con el calor me peleo a brazo partido cada cinco minutos. Hay dos cosas que especialmente me sacan de quicio: la gentuza y el calor. Sobre qué es "gentuza" podríamos polemizar, pero creo que lo del calor está claro.
    A mí, sinceramente, me pone de los nervios. ¡Y eso que nací en Junio!
    Creo que no empecé a amar la vida hasta pasados unos cuatro o cinco meses...

    Sobre lo que dices, Bruja, te contesto que he soñado varias veces con ella, con la adorable Linda, y la verdad es que sigue tan buena como siempre, y me reconoce, claro.
    Cuando me vaya de aquí pienso buscarla para pegarnos una loca carrera por cualquier prado.
    En el soñar no hay límites, ¿no?

    Un abrazo de domingo, MBN.

    :)

    ResponderEliminar
  23. El perro marrón avellana se llamaba KoKi, y después de morir mi bisabuela,él fue a buscarla muchos domingos por la tarde a casa de una amiga a la que mi bisabuela solía visitar algunos domingos por la tarde.
    El tiempo aquí bien, no axfisia y hay bastante húmedad, hoy el cielo fue gris plomizo, esto en la ciudad; en el pueblo brilló el sol durante un tiempo, y está a solo 15 minutos de la ciudad, pero los microclimas son así.
    Tendré que enviarte un poco de mar para el verano.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  24. Gracias, Alfaro.

    Así que se llamaba KoKi.
    Es muy emotivo lo que cuentas de que iba a "buscar" a tu bisabuela en la casa de la amiga... Imagino que KoKi iba allí por la fuerza de la costumbre, quizá con la esperanza de encontrarla, o tal vez porque sentía que tu bisabuela aún andaba por allí, de alguna manera que los humanos no percibimos.

    Me alegra saber que en el sitio en que vives hace 'buen tiempo'.
    Yo, la verdad, hecho mucho de menos el orbayu. Esa lluvia fina y constante que te refresca en verano.
    La descubrí en Luarca y me enamoró.

    Un abrazo, amiga poeta.

    ResponderEliminar
  25. ¡Si yo pudiera olvidar a mi gatita Sleepy sería lo peor de lo peor!...a mi lado vivió catorce años y eso es toda una vida llena de ronrroneos, miradas y caricias mutuas y conmigo seguiría de estar viva...el último año estaba ciega pero me costó notarlo pues se manejaba por la casa como siempre, el día en que noté que no me veía sino que escuchaba la dirección de mis palabras no era capaz de dejar de llorar...pero nos quedó un año para compartir caricias y compañía...

    Besito volado.

    ResponderEliminar
  26. Gracias, Brujita, por compartir tus recuerdos de Sleepy.
    La verdad es que una vez hemos tenido una experiencia así, no queremos repetir, porque duelen las despedidas.
    Pero deberíamos pensar en que hay otros amigos por ahí que nos darían también todo su cariño.

    Un beso.

    ResponderEliminar