Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







miércoles, 18 de febrero de 2009

Hölderlin




Leí hace tiempo en una revista literaria lo siguiente:

"El pobre Hölderlin, incapaz de la menor iniciativa individual para salir de la miseria..., nunca tuvo nada propio, ni un hogar, una pequeña casa, ni una cama, ni la mesa en la que escribía..."

La cuestión de si la mesa en que escribió el Hiperión, por ejemplo, era o no de su propiedad, sinceramente me parece bastante irrelevante. Es indiferente. Podría haberlo escrito sobre una piedra, de pie sobre el tronco de un árbol o directamente en el suelo. El caso es que, después de varias versiones inacabadas y después de siete años de vivencias y reflexiones, terminó su Hiperión y con ello nos regaló una joya inapreciable.
Pero esa misma cuestión se puede mirar de otra manera. Lo de la mesa, la cama y la casa... ¿le era indiferente al propio Hölderlin? ¿No tuvo él, como cualquiera de nosotros, deseos de propiedad? Él, príncipe romántico, ¿no sentía la necesidad de tener su propio castillo, su palacete, su refugio, su hogar? Seguro que sí.
Se pasó la vida trabajando como preceptor de niños ricos, viviendo siempre en grandes casas señoriales como huésped y sirviente. Siempre en casas de ministros, consejeros, embajadores, duques..., qué se yo. Le imagino agobiado por sus obligaciones, por los formulismos protocolarios, asintiendo cabizbajo a las órdenes de los que le pagaban, pintando forzadas sonrisas en su rostro de poeta puro, claudicando ante el grosero capricho de lo vulgar, y buscando, deseando siempre un lugar secreto, una hora nocturna, íntima, para escribir sus poemas y expresar sus sentimientos.

Me duele hablar de Hölderlin. Lo digo sinceramente. Me duele su vida malograda, su final, su locura. ¿Por qué él que tanto sabía, que tanto sentía, acabó perdido en la niebla de la locura? ¿Por qué no pudo ser un poco más listo, un poco más práctico, viviendo como vivía entre gente tan lista y práctica? ¿Por qué no supo guardar su espíritu de lo caótico? ¿Por qué se derrumbó?
Hay algo muy triste en esta historia. Un hombre que llegó a tocar las estrellas con su corazón abierto y noble, termina diciendo tonterías, encerrado en una torre, convertido en una sombra ridícula de sí mismo... En fin, qué se puede decir. ¿El mito de Ícaro? ¿la muerte de Diótima? ¿la falta de una casa propia y una vida más personal donde poder defenderse de tanto ataque mediocre?
Me preguntaba por qué no fue más listo, más práctico, más precavido, más frío. Pero es que entonces no hubiera sido Hölderlin, hubiese sido otro. Hubiera tenido una bonita casa, mujer e hijos; hubiera disfrutado de una mediana felicidad, sin sobresaltos, sin quiebras ni abismos. Un poeta querido y admirado, tranquilo, estable... Pero nunca hubiera escrito palabras como éstas:

-- "¡Adiós, seres celestiales!", me decía a menudo en mi interior cuando comenzaba a sonar sobre mí la suave melodía del amanecer, "¡adiós, muertos magníficos! ¡quisiera seguiros, quisiera sacudir de mí lo que me dio mi siglo e irrumpir en el reino más libre de las sombras!"
Pero gimo atado a la cadena y atrapo con amarga alegría la miserable copa que ofrecen a mi sed. --

O estas otras:

-- ¿Serás capaz de escucharme, de comprenderme, si te hablo de mi larga y enferma tristeza?
¡Tómame tal cual me doy y piensa que es mejor morir porque se ha vivido, que vivir porque no se ha vivido nunca! No envidies a los que carecen de sufrimientos, ídolos de madera a quienes nada falta precisamente porque sus almas son tan pobres, a los que no preguntan si llueve o luce el sol, porque nada tienen que precise de cultivos.
¡Sí!, ¡sí!, es muy fácil ser feliz, estar tranquilo, con un corazón seco y un espíritu limitado. Concedido: ¿quién se enfadará porque la diana de madera no se queje cuando la flecha da en ella y porque el puchero vacío suene a hueco cuando alguien lo estrella contra la pared?
Al menos deberíais resignaros, queridas gentes; deberíais asombraros en silencio si no sois capaces de comprender que hay algunos que no son tan felices como vosotros, que no son tampoco tan autosuficientes; sí, deberíais absteneros de convertir en ley vuestra sabiduría, pues obedeceros sería el fin del mundo. --

Friedrich Hölderlin, enamorado de antiguos sueños, no supo vivir en su presente, no supo comprarse una casa, una cama, una mesa. Vivía, dormía y escribía donde podía, donde le dejaban. En su pecho ardía el deseo de ser un hombre, un hombre entero, grande, inmortal, como lo fueron aquellos antiguos que tanto admiraba y amaba. Pero residía y transitaba en un presente, y ese presente era una realidad mediocre y vulgar, conformista e idiota. Igual a como han sido todas las realidades desde hace muchísimo tiempo. Y en ese presente el poeta, el soñador de olimpos llamado Hölderlin no sabía o no podía vivir. Sólo llegaba a "atrapar con amarga alegría la miserable copa que ofrecían a su sed..."
Es por esto que nunca tuvo una casa propia, ni una mesa, ni una cama, ni un jardín. Nunca poseyó estas cosas, porque él quería mucho más. Hölderlin quería poseer un sueño, es decir, un mundo. Y eso es imposible. Al final, se volvió loco.
Goethe mató a su Werther, pero Hölderlin no mató a Hiperión, le dejó vivir dentro de su pecho, hasta que Hiperión acabó matando a Hölderlin... En fin, es una vieja historia, ¿qué se puede decir?

Sólo una cosa más. El escritor chino Lin Yutang, en su conocido libro "La Importancia de Vivir", nos hablaba de una interesante fórmula: Realidad + Sueños + Humor = Sabiduría.
Sí, querido Friedrich, creo que te faltó humor. Le diste demasiada importancia a la realidad, y a tus sueños, y a tí mismo. Todo era, por supuesto, importante, pero no contaste con la necesidad de reírte de todo ello. La risa, la buena risa, la risa inteligente, es un placer de dioses. En "El Lobo Estepario", de Hesse, se menciona mucho la risa de los Inmortales. En ese libro, vemos cómo Mozart y hasta el mismo Goethe se ríen de todas las seriedades, soplan sobre la pesadez de lo real y la convierten en humo, en mariposas, en pompas de jabón, y, sin embargo, siguen siendo serios, auténticos, vitales.
Estimado amigo Hölderlin, aparte ya de lo de la cama, la casa y la mesa, creo, sinceramente, que debías haberte reído. En lugar de consumirte en la impotencia, en la tristeza, en la amargura, en la soledad... ¡Debías haberte reído!

Pero, bueno, ahora que lo pienso, ¿quién soy yo para decirte estas cosas? Ahora eres inmortal, estás más allá del tiempo, más allá de lo real. Ya no necesitas ni casa, ni cama ni mesa... Ahora escribes tus versos sobre las nubes con pluma de viento, usas las estrellas como lecho y tu casa es la infinitud del Eter... Si me estás viendo ahora, inclinado sobre esta hoja de papel, garabateando pensamientos, mientras oigo la preciosa música de Arcangelo Corelli, si me estás viendo, por favor, ¡déjame escuchar tu risa!


AC. (17 de febrero, 2009)



26 comentarios:

  1. He leido con atención tu escrito, estoy de acuerdo contigo que no fue feliz porque tuvo ese final que todos conocemos, pero no porque no tuviera propiedades, como una cama, una casa, etc. Creo sinceramente que las propiedades no hacen la felicidad..hay personas que están al servicio de otras, como en ongs y son completamente felices, dan todo a los demás y no se quedan nada para ellos...algo más había en el interior de Hölderlin que le hizo desgraciado, quizás sus propios sueños que nunca pudo alcanzar.
    Besos

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  3. El dificil equilibrio entre sueños y realidad, se hace casi imposible para algunos hombres tocados por la varita mágica de la genialidad. Esa delgada y frágil línea que separa cordura y locura es fácilmente transpasable para los espíritus sensibles y no sabemos cuando o qué hace saltar el resorte que todo lo trastoca y les hace dificil mantenerse en el lado de la cordura.
    No creo que Hölderlin añorase posesiones materiales, sino como decías, tuvo sueños irrealizables que le hacían vivir en "otro mundo".
    Fue infeliz pero dejó unas letras bellísimas, capaces de elevarte a alturas insospechadas donde sólo unas pocas almas logran llegar.
    El humor nos hace humanos, alivia tensiones, facilita la vida...Me encanta reir.
    Un abrazo.

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  4. Querido Antonio,
    He leído tu publicación con suma atención y agrado.
    Sólo puedo agregar que aquel que tanto sabe, aquel que tanto siente, no es ni frío, ni práctico, ni listo. Siente tanto el dolor, las miserias humanas, la realidad absoluta del mundo; ve con tanta claridad la fragilidad de la existencia, que toda realidad los supera;y entonces no importan casa,cama o mesa, entonces la única desconexión de ese dolor extremo son la locura o la muerte.
    Y planteás la fórmula de Ling Yutang.Estoy absolutamente de acuerdo con ella, pero recordemos que estamos tratando con culturas diferentes,y con épocas históricas también diferentes.

    Te dejo un gran beso,
    Silvia

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  5. De enhorabuena estoy, amigo Antonio, y te doy las gracias, porque es Hölderlin uno de los poetas que más quiero y admiro. Así que mi alegría es doble, la de leerte y la de releerlo en tus palabras.
    Leí la narración del eremita en Grecia hace bastantes años y ya por entonces, aunque falta de alguna experiencia que, seguramente, me haga disfrutar más aún con su relectura, decidí "quedarme" con Hiperión, con ese personaje que "contempla desde arriba", que vive en un alto montículo y observa y reflexiona entre cielo y tierra...
    Seguramente el amigo Hölderlin, Antonio, estaba lleno de esa voluntad por observar, por aprender de lo observado y por, finalmente, trascender un tiempo, una forma de vida, pensando que todo era demasiado para una sola existencia, un solo momento de historia. Y, entre otros versos, decía en su poema "El joven a los juiciosos consejeros":
    (...)
    "La vida no está dedicada a la muerte,
    ni al letargo el dios que nos inflama.
    El sublime genio que nos llega del Éter
    no nació para el yugo.
    Baja hacia nosotros, se sumerge, se baña
    en el torrente del siglo; y dichosa, la náyade
    arrastra por un momento al nadador,
    que muy pronto se sumerge, su cabeza ceñida de luces.
    (...)
    Es inútil: esta época estéril no me retendrá.
    Mi siglo es para mí un azote.
    Yo aspiro a los campos verdes de la vida
    y al cielo del entusiasmo.
    Enterrad, oh muertos, a vuestros muertos,
    celebrad la labor del hombre, e insultadme.
    Pero en mí madura, tal como mi corazón lo quiere,
    la bella, la vida Naturaleza."
    Quizás por ello, amigo Antonio, prefirió escribir de pie o sentado sobre la roca más agreste, como muy bien dices, que velar por unas posesiones que lo hubieran atado más a todo lo que pretendía para sí.
    En cuanto a lo de la risa... ¡pues también totalmente de acuerdo contigo, Antonio! Que es reír un don de valor incalculable, del que debemos usar y abusar, que es el humor el camino para dar la importancia justa a cada cosa, como sano es hacerlo. Y para corroborarlo, Antonio, las palabras con las que Hiperión afirmaba (fragmento conocido ya, pero que me gusta especialmente):
    "(...)A ser uno con todo lo viviente, volver en un feliz olvido de sí mismo, al todo de la naturaleza. A menudo alcanzo esa cumbre...pero un momento de reflexión basta para despeñarme de ella. Medito, y me encuentro como estaba antes, solo, con todos los dolores propios de la condición mortal, y el asilo de mi corazón, el mundo enteramente uno, desaparece; la naturaleza se cruza de brazos, y yo me encuentro ante ella como ante un extraño, y no la comprendo. Ojala no hubiera ido nunca a vuestras escuelas, pues en ellas es donde me volví tan razonable, donde aprendí a diferenciarme de manera fundamental de lo que me rodea; ahora estoy aislado entre la hermosura del mundo, he sido así expulsado del jardín de la naturaleza, donde crecía y florecía, y me agosto al sol del mediodía. Oh, sí! El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona." Pues eso, a ser razonables en la medida justa y requerida para dejar espacio al sueño, a la naturaleza y al lugar que ocupamos en ella, en el que también cabe nuestra risa.
    Gracias de nuevo por tan tremendo y especial post, amigo Antonio, disfruté mucho.
    Abrazos del carpintero que hubiéramos querido ser en últimos días del poeta...

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  6. Guao... Me quedo pensando después de leerte, querido Antonio..

    Pues hay una sed del alma que nada la puede aplacar. Bueno.. nada de este mundo. Y una vez que se ha recibido un poco de ese alivio, que se ha bebido un poco de esa copa de la que habla Hölderlin, ya nada de este mundo es relevante.. Nada.

    No obstante, aquí estamos... ¿hemos de alargar la agonía de esa nostalgia a cada uno de nuestros instantes?? creo que no deberíamos, y más si sabemos que nuestra sed no puede ser calmada con nada de este mundo. Hemos de reírnos, como bien lo dices... El entusiasmo es, en esta tierra, lo que más se parece a ese sublime contenido de la copa..

    He recordado mucho a Beethoven mientras leía tus palabras... otro de esos "incomprensibles" casos, como el que nos cuentas... Y bueno.. creo que el "cruel" ;) destino de los seres humanos nos es revelado: ¿por qué se nos permite vislumbrar lo eterno, sentir lo inefable, vivir la comunión con el misterio, si después de ese segundo que puede durar tal experiencia, deberemos seguir en este mundo de la forma??

    Y no solo eso: seguir en este mundo, presos del tiempo y del espacio, mientras todos nos dicen que seamos "prácticos"...

    Mi querido Antonio... me quedo pensando... ¿será posible ESTAR en el mundo, sin SER del mundo?

    No veo nada malo en desear posesiones y en llegarlas a tener.. Y tampoco en anhelar cierto tipo de "comfort"... pero qué es todo aquello junto a la sed del alma... ¿benditos los que no la han sentido??? ¿la ignorancia es dicha???

    O es preferible vivir incomprendido y hasta criticado por los demás, mientras nuestra alma logra calmar su sed, gracias a nuestra voluntad y nuestra fe...

    Me voy pensando, amigo... Pero también RIENDO...

    la alegría, la alegría.... NUNCA PERDAMOS EL HUMOR.. por ahí también decían que perder el humor es perder el alma ;)

    Un placer inmenso haberte visitado hoy.. y disculpa que me haya extendido tanto... PERO VAYA QUE ME HAS HECHO PENSAR!! ;)

    Te dejo un inmenso abrazo...

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  7. La locura rompe la razón, amigo....
    Ahora cuando conoces la historia de un personaje, sea cual sea, cuestionar el porque hizo una cosa u otra es fácil....
    Ahora bien, puedes hacer tuyo el dolor de alguién amado, inflingiendo a ti mismo un castigo elegído....
    Su locura residía en eso, ver fabricados sus sueños en su cerebro, pero no llegaban a cumplise....
    Su cabeza no paraba, y al final, la tragedia estaba escrita....
    Pero siempre la sonrisa por bandera......

    Salu2sssss......

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  8. Mi querido amigo, pásate cuando puedas por mi blog, tengo un regalito para ti.
    ´
    Más tranquilamente volveré a leer tu escrito.

    Muchos besos, guapo

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  9. Pues yo seré el único en decir que nuestro poeta germano se preparó para el sueño de conquistar lo invisible, desde la claridad de lo visible.
    Como Nietzsche y tantos otros, nació para vislumbrar o saborear una vetada sabiduría, pagando el precio de alejarse de la realidad.

    Magnífico reencuentro con un poeta de los mejores, da gusto leer datos curiosos e inéditos (al menos en construcción) y de la forma con la que tú lo haces.

    Muy bueno, mis felicitaciones, ya sé a quién acudir!

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  10. Esta noche me hacía falta leer sobre la importancia de la risa.
    Ojalá el pobre Hölderlin hubiera sabido que la risa no es tan mediocre. Creo encontrar en sus palabras cierto resentimiento con la vida. Y es que nadie está por encima del bien y del mal.
    Como siempre una entrada más allá de Hölderlin.
    Saludos

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  11. No estoy tan seguro que Holderlin deseara juntar un patrimonio. Quizás porque no pudo. Acaso no quiso. Seguramente si hubiera poseído una bonita mansión con criados no hablaríamos de Holderlin, (como bien apuntas) sino de un segundo Goethe. Y éste, es harina de otro costal. Rilke tampoco tuvo casa jamás. Pasó su vida en hoteles de toda Europa o en las casas de sus amigos.
    Debo aclararte que no he leído Hiperión (algo imperdonable creo), ni ninguna de sus obras, excepto los Himnos de Tubingen y una serie de ensayos críticos sobre su biografía y obra, que poseo. Eso me da una idea aproximada de Holderlin, de Diotima y de su locura.
    Entiendo que te duela Holderlin. Una vida llena de tristeza y un final tan largo; treinta y seis años en una buhardilla; en una habitación, en casa de los Zimmer (genial y cruel la casualidad del apellido ¿no?). Sin embargo el profesor Javier García Sánchez en su cronología apunta: “1843, en la noche del 6 de Junio muere el poeta; encuentra la muerte más hermosa de cuantas ningún humano pueda soñar”. Puede ser subjetivo. Pero en otro apartado dice: “Confinado, jamás habla de su pasado; toca el piano, canta y escribe, y pasea junto al río Neckar muy de vez en cuando, cuando se le permite.”

    No se si alguna vez se rió. Pero –personalmente- entiendo la locura de Holderlin, no como una demencia de idiota, sino como un enajenamiento severo del mundo. Fíjate como comienza el último poema ( Der Winter) que escribió un mes antes de su muerte y dime si eso lo puede escribir un retrasado mental

    Cuando pálida nieve embellece los campos,
    Y un alto resplandor la inmensa llanura ilumina,
    Seduce el verano que pasó, y delicadamente
    Se acerca la primavera mientras la hora declina……..



    Siento alargarme tanto, Antonio. Pero creo que la culpa es tuya, por bloggear temas tan interesantes. Este Cuaderno Nocturno me está atrapando. Es un placer cambiar impresiones contigo.

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  12. Antonio, excelente reflexión sobre Hölderlin y, por extensión, sobre el difícil equilibrio entre la materia y el espíritu. A lo largo de la historia, hay grandes hombres que nos han dejado obras inmensas: poemas, sinfonías, pinturas..., pero que, a cambio, su vida ha estado jalonada de privaciones, amarguras, dolor... Decía Jaime Gil de Biedma en uno de sus poemas: "por encima de todo, ser feliz". Tal vez (siendo egoístas) a eso es a lo que debiéramos aspirar... aunque el mundo hubiese perdido muchas de estas joyas que algunos admiramos y de las que aprendemos...

    Un abrazo.

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  13. Esteeeee, he respuesto a tu comentario de la entrada anterior...
    Después de ello, me voy de vacaciones unos días, y cuando regrese, hablamos de Höderlin...
    O.K.?
    ¡Hala!

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  14. Me ha gustado mucho este post. Estoy de acuerdo contigo: el humor, la risa es algo muy importante. En un mundo de humo, donde todo es inatrapable como el viento, somos como nubes arrastradas aquí y allá... aunque la nube no está separada del viento...

    :o)

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  15. Qué difícil opinar sobre el tema del que hablas. Particularmente me encuentro a tanta distancia en la galaxia del conocimiento, que me agobia decir algo demasiado tonto.

    Creo que no solo es necesario ser listo para no perderse en tinieblas que aturden la mente. También hay que tener suerte, que las coincidencias sean positivas y salgan bien algunos proyectos, hasta los más simples son necesarios. Hasta tener una mesa es necesario, y una compañía, y un pequeño refugio, una cama y un bienestar, nunca vienen mal.

    ¿Fue primero su talento o lo estaba su cuerpo programado para terminar así? No sé, demasiados factores. La vida no es tan solo tener talento e inteligencia, por desgracia. Necesitamos de los otros para funcionar.

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  16. Creo Antonio, que, Hölderlin si no tubo propiedad material, al menos pagó su alquiler infinito por haber sentido la verdadera tangente de la vida y, esa propiedad no está al alcance de los ciegos materiales. Sin duda con esta entrada tuya, Hölderlin nos sonreirá a carcajadas, debido a que se la llevo toda con el.

    Saludos.

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  17. Disfruto tus entradas y gozo con ellas, aunque últimamente no me de tiempo a dejarte una opinión acorde con lo que nos cuentas y lo que nos cuestionas. Me siento incapaz de dejarte un soso, “te leí” porque tus entradas no sólo se leen, hay que asimilarlas para conseguir el poso de todo lo bueno que nos dejas.

    Yo también creo que para VIVIR, no son necesarios los bienes materiales, ni el talento, ni tan siquiera la risa por sí sola nos ayudaría. Debe producirse un cúmulo de circunstancias importante, para que seres con una sensibilidad exagerada y una inteligencia fuera de lo común, se mantengan en la fina línea que separa realidad de locura.

    Posiblemente Hölderlin quiso llegar a metas demasiado lejanas, sus ansias por ser uno con la naturaleza y el mundo no se cumplieron, aunque lo rozase, y esa decepción constante pudo llevarle a la locura y a ser infeliz.

    Es verdad que debió reírse. Habría sido, entonces, más humano y por tanto más real, aunque no tuviese casa, ni mesa.

    Muchos besos.

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  18. Antonio:
    ¡Pues vaya que nos has presentado un tema peliagudo para rumiar!

    Pensando en que Hölderlin fue uno de los más destacados representantes del "Sturm und Drang", el Romanticismo Alemán, no es de extrañar la intensidad con que vivía cada una de las emociones que componían su mundo interior. "Tormenta e Ímpetu", es como se ha traducido este movimiento literario, en donde se daba la máxima importancia al sentimiento profundo.
    Abundan en sus contemporáneos, como en él mismo, las penumbras, las brumas, la angustia o bien los sueños y el amor exaltado. Creo que para entenderlo, como dijo alguien ya más arriba, es conveniente evocar a Beethoven, capaz de los más atronadores compases y también de la más suave dulzura; esos tremendos contrastes entre extremos opuestos conforman el entramado de su obra.

    Quizás no pudo reír, porque era tan sensible a lo que sucedía a su alrededor que se veía irremediablemente tocado no sólo por las tormentas, sino incluso por las más leves brisas. Pertenecía a esos espíritus frágiles y delicados que son capaces de vislumbrar lo más excelso, pero no están preparados para la vida ordinaria y cotidiana.

    Vivía escindido entre lo que era y lo que podía llegar a ser. Añoraba la simpleza y libertad de la infancia... pero ya no era posible volver a ella. La esquizofrenia hizo presa de él, lamentablemente, pues asi es a veces la vida de paradójica. Pero no por ello deja de ser uno de los poetas más sublimes, lúcido a pesar de su locura.

    "¡Oh dulce quietud de la infancia! ¡Quietud celestial!...¡ay!... de nuestra infancia, de nuestra inocencia, no sabemos ya nada.
    Cuando yo era todavía un niñito juicioso, que ignoraba todo lo que nos rodea,, ¿no era acaso algo más de lo que soy ahora, después de tantas tribulaciones, meditaciones y luchas interiores...?"

    Un abrazo
    Liz

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  19. Ayer pasé por aquí pero estaba demasiado cansada para reflexionar sobre el texto. La verdad es que cuando interpretamos algo lo hacemos bajo nuestro prisma contemporáneo, con los ojos del S. XXI, tal vez a Hölderlin, no le importara tanto la propiedad, y si a lo mejor hubiera deseado más tiempo para poder crear.

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  20. Amigos todos: leo con considerable retraso vuestros interesantes comentarios y os pido disculpas por ello.
    Hablar de Hölderlin es apasionante para todo amante de la poesía, de la poesía como estado del ser, no como simple oficio literario.
    No os contesto individualmente, pero en su lugar continúo con más entradas sobre Hölderlin.

    Un saludo.

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  21. Buenos días.
    Estoy leyendo los "Poemas de la locura" de Hölderlin. Que opináis de este libro. Yo lo encuentro de una belleza conmovedora.

    Santi.

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  22. Hola Antonio, soy Alemana, artista plastica y estoy copiando el hiperion. Estoy en la página 136 y a veces también leo la traducción. mi trabajao pinso presentarlo en Valencia, y voy a tener que utilizar la versión española. Pero te tengo que decir que está muy lejos. La poesía no se puede traducir, lo sabemos todos, pero Hoelderlin componía, su poesía es como música.
    Luego hay mucho cuento al rededor de su historia y su locura. En la epoca de su supuesta locura escribió algunos de sus mejores poesías, que es la locura, y sobre todo creo que te equivocas si piensas que hoelderlin no se haya reido lo suficiente...
    Pero lo de la mesa me parece muy interesante, me recuerda a la teoría de virginia Woolf ( otro caso de " locura") que dijo que sin una habitación propia es imposible escribir literatura, y curiosamente estoy pensando mucho, dentro de mi instalación, en la mesa del escritor, como algo muy fragil, efímero...
    bueno ya te contaré más cosas, si te interesan, gracias por tus pensamientos

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  23. Qué es la locura? Quién de ustedes puede afirmar su propia lucidez?
    Aparte, no entendamos o confundamos la "propiedad material" con el "espíritu trascendente"

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  24. Hola, Santi.

    Los Poemas de la Locura demuestran, de alguna forma, que Hölderlin no había perdido su sensibilidad y que una parte de su ser se había sustraído a la locura.

    Perdona que te conteste con tanta dilacción, pero es que al escribir un comentario después de tantos días de publicarse la entrada, pierdo un poco el seguimiento del mismo.

    Un saludo.

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  25. Hola, "artista alemana".

    Siento mucho leer tu comentario tan tarde, y me gustaría mucho saber de ese copiado que estás haciendo. ¿Te refieres a que estás traduciendo a Hölderlin?
    En cuanto a lo de la risa, ojalá tengas razón, aunque creo que en un determinado momento dejó de reír...

    Espero que llegues a leer esta respuesta, y así poder saber más de tu trabajo.

    Un saludo.

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  26. Estoy de acuerdo, Sergio, no se sabe bien qué es la locura.
    Pero todos están de acuerdo en que el autor de Hiperión se volvió "loco", que quiere decir que perdió su "forma", su rumbo y el dominio de sus actos.

    Un saludo.

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