DESTELLOS EN LA NOCHE
No, no se trata del título de una película... Esta es la segunda "respuesta a Cristal"; porque esta amiga, Cristalook, volvió hace unos días a dejar aquí un comentario de los suyos, desafiando las leyes de la gravedad y haciendo temblar los cimientos de la blogosfera. Y yo, profano y aprendiz, pero lleno de curiosidad ante cualquier brillo que se precie, me veo en la gustosa obligación de darle una respuesta.
Por si alguien no ha leído su texto, que apareció y sigue en la sección de comentarios de la primera "Respuesta", me permito reproducirlo aquí de nuevo casi íntegro, aparte de porque no tiene desperdicio, para que se vea claramente el sentido de este título. Porque, efectivamente, los destellos en la noche son de Cristal...
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La cita, es en efecto del Tractat, y hace referencia –tal como dices- a ese tema tan recurrente en Hesse de la polaridad Naturaleza- Espíritu. Pero es que toda su álgebra simbólica, el agua, el Buda, el Teatro mágico, el río, los Inmortales, el Juego de abalorios, la idea de la Virgen o la Madre Universal, etc… está imbuida de esa dualidad. Va en busca –siempre y sólo en mi opinión- de una ética y de unos valores que armonicen lo espiritual con lo mundano. La mediocridad, o la trivialidad con la profundidad y lo auténtico. -A eso me refiero cuando digo que “aparentemente” deja poco margen...- pero en realidad, en esa lucha permanente está lejos del moralismo del Dios ha muerto de Nietzsche. Hesse, por el contrario, busca en el “otro” una complementaridad que nos falta. Hay un culto a la amistad subyacente en toda su obra… Una posibilidad de “salvación” que no veo en el amigo Friederich -Tú mismo citas un buen ejemplo con el Klingsor- Aunque también en toda su obra de una forma u otra siempre flota el fantasma del pesimismo y la muerte, planteada siempre en forma de suicidio… prácticamente en todos sus personajes. –es ahí donde le veo viajando del existencialismo al nihilismo- En el fondo, y si utilizamos un lenguaje “común” un romántico solitario que roza el misticismo. Al fin y al cabo, el romanticismo, en sus cotas más elevadas, no deja de ser una especie de misticismo.
Apuntas, que sería interesante saber qué entiendo por existencialismo y por nihilismo. Tampoco yo soy una experta en el tema, es probable incluso, que me acerque de forma muy abierta y descarada a la filosofía, quizás demasiado a mi aire. Y no sería extraño que cualquier “intelectual” se llevase las manos a la cabeza con mis interpretaciones del tema. Pero te diré lo que entiendo por ambos conceptos.
En cuanto al primero, creo andar más cerca de Sartre que de Heidegger. El existencialismo, no es más que un nihilismo positivo (o perfecto) en el sentido “Sartriano”. Somos nosotros los que creamos los valores con nuestras acciones individuales (algo muy contemplado en la mística Oriental, tan cercana a Hesse y a Buda). ”Todos y cada uno somos el resto del mundo”. Y aunque el contenido de la moral sea variable, según las culturas, no deja de haber una cierta “Moral Universal” que nos incumbe a todos. Pero es “algo” siempre gestado desde la libertad y no desde una moral establecida. Lo que no deja de ser una afirmación de la ambigüedad y el relativismo.
Y en cuanto al Nihilismo, todos, Nietzsche, Ciorán etc… comen de la misma mano… del padre de todos los “pesimistas” Schopenhauer… La vida siempre acaba en dolor e irracionalidad…. No existe la esperanza, ni la utopía… Dios ha muerto. Hay una crítica a todo lo establecido, parta de donde parta, religión, política… familia … convenciones sociales etc… que están también en el origen del existencialismo.
Para mí, como ves, andan cercanos ambos pensamientos. Y creo que tío Hermann también lo cree… Pero creer es tan sólo un acto de fe. Algo lejano a ambas filosofías, o no… Tengo una clara tendencia al Sofismo, lo sé.
En cuanto a la mediocridad, tienes razón, realmente me expliqué fatal.
A ver:
Digo que es loable huir (huir no es combatir) de ella, en un sentido ideal. Porque pienso que es un empeño inútil… como querer escapar de la lluvia, siempre hay un día en que nos atrapa. Sólo unos cuantos escogidos están fuera de su alcance, el resto, el común de los mortales, deberíamos aprender a vivir con ella sin más. Para mí, ése, es el único heroísmo, aceptar las propias limitaciones. Te diría incluso que el concepto de “heroísmo” me resulta un tanto sospechoso. No me gustan los héroes. No creo en fomentar ningún tipo de élites. Pienso como una de tus comentaristas, mi buena amiga Gárgola… (que bien resume la jodía) dice:
“Hace falta una gran humildad para reconocer lo poco que hemos llegado a saber y lo mucho que jamás sabremos. Los filósofos, (los héroes, los intelectuales) a veces se exceden en la soberbia. Si fuéramos constantemente profundos y coherentes. Ahí sí que nos enfermaríamos”.
En cuanto a luchar contra viento y marea a sabiendas de que no se va a ganar la batalla… pues mira, es una opción… pero me parece igual de válido y valiente lo contrario. Tan sabio me parece el que lucha por su vida, como el que decide (sus motivos tendrá) dejar de hacerlo… Al fin y al cabo tanto Héctor como Aquiles tuvieron el mismo fin… que tendremos todos. Ya te advertí en mi primer comentario, que mi naturaleza cavilosa, no me lleva hacia la “esperanza” precisamente…
A esto me refería cuando dije que disentía, en cuanto al tema de la mediocridad. Supongo, que cada uno defiende el lugar donde se instala ¿verdad?. Está bien hablar, debatir, polemizar etc… como un “divertimento” que no es poco… pero como la canción, sólo son parole, parole, parole… ya sabes, “total, paná”. Por eso, sigo creyendo que se las lleva el viento, por más escritas que anden amigo mío. Todo tipo de discusiones, por más elevadas que nos parezcan, y más placer que nos proporcionen, acaban por ser igual de baldías que la disertación sobre la “decoración del jardín” que te citaba en mi primer comentario.
Bueno, espero haber dado respuesta y haber aportado algo más de claridad a tus dudas con respecto a mi comentario. Aunque seguro que con tu lupa encontrarás de nuevo mi inevitable torpeza.
En todo caso, todo un placer utilizar las palabras, por más que se las lleve el viento, para comunicarme de nuevo contigo.
Un abrazo Antonio.
Cristalook. (19 de febrero, 2009)
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Amiga Cristal, me dejas pensando... Por supuesto, no tenía ninguna respuesta "preparada", no soy de los que preparan las cosas, prefiero "dejarme llevar" por el momento y que salga lo que quiera, porque si algo hay algo saldrá. Y me dejas pensando en la diferencia, al menos aparente, que existe entre tú y yo. En principio creo que debo aclarar una cosa: mi "filosofía" es sólo eso, un amor hacia esa dama esquiva y muchas veces incomprensible, pero fascinante y seductora, llamada Sofía. Te confieso que no he leído a Sartre ni a Heidegger, y del viejo Schopenhauer tan sólo algunos aforismos, como aquel de... "La pluma es al pensar lo que el bastón al caminar. El caminar más ligero se realiza sin bastón, y el pensar más perfecto, sin pluma. Pero cuando uno empieza a hacerse viejo usa de buena gana tanto el bastón como la pluma." Fuera de esto y de otras muchas lecturas menos filosóficas, podría definir mi "filosofía" como el resultado de tres cosas: respiración, mirada y movimiento. Es decir, vida. Lo que esas tres cosas hagan conforma la base de mi filosofía, y no siempre hacen lo mismo de un día para otro... Se podría decir que mi conocimiento, o desconocimiento, es sólo el resultado de mi respuesta vital. No concibo que haya otro. Y creo que esto es extensible a todo ser humano, sienta y piense en el nivel que sea, y haya leído o no.
De acuerdo con esto te digo lo siguiente:
La diferencia que antes aludía es que yo sigo caminando sobre la fina línea de un pensamiento vivo, que respira, mira y se mueve al compás del universo, es decir, del universo según lo respiro, miro y me provoca movimiento día a día. No digo que tú no lo hagas también así, ¡seguro que sí! Me refiero a que tus palabras, las que has usado esta vez, están "cargadas" de un conocimiento aprendido, pensado, "cavilado" y asumido. Un conocimiento rico y profundo, pero cerrado. De esta manera podemos hablar con propiedad de existencialismo, de nihilismo o de cualquier otro "ismo", pero ¿en qué estrato está esa propiedad?... Ese dios representaba una determinada moral, y ya no existe, luego la moral es libre. Vale, ¿pero qué era ese dios en realidad? ¿por qué alguien que piensa proclama que ha muerto? ¿Y por qué ha muerto, si es que lo ha hecho? Además, amiga, ¿qué nos importa hoy de qué mano comieron Schopenhauer, Nietzsche o Ciorán? No son más que datos. ¿Qué importancia tiene, aparte de escuchar las voces de otros que se atrevieron a sentir y a pensar profunda e intensamente? Lo único importante de verdad es la vida, el aquí y el ahora, y ésta no está solamente en los libros. Eso tan manido de "todo está en los libros" es sólo una verdad a medias, muy a medias. Si así fuera, Hölderlin no se hubiese vuelto loco, le hubiera bastado con su "Hiperión" para volar por encima de cualquier nube, y todos sabemos que no fue así.
Tienes, desde luego, tu gran parte de razón cuando dices que a las palabras se las lleva el viento. Y sobre éstas que ahora escribo yo mismo soplaré para que vuelen, en cuanto termine.
Por cierto, nunca dejaré de asombrarme de la cantidad infinita de combinaciones que son posibles con sólo veintitrés consonantes y cinco vocales.
Te ruego, amiga Cristal (y esto de "amiga" lo digo con toda sinceridad), que no tomes mis palabras, las que ahora uso, como una crítica negativa, porque en absoluto lo son. ¡Ojalá hubiera muchas más como tú en este mundo de locos! Entiende que lo dicho va hacia un sitio concreto, y éste es que el pensamiento, el espíritu sigue jugando al escondite con el alma, porque se quieren mucho y les divierte jugar juntos. La esencia misma de la vida está presente en ese juego. Y creo que es un error considerar a la vida como algo "hecho", como algo definido, concluido y ya reflejado en los libros de historia, de cualquier historia. Lo que hicieron todos esos pensadores tan respetables y apreciados fue nada más, y nada menos, que intentar aproximarse, rozar, alguna vez, con los dedos el umbral del misterio. Pero ese misterio sigue tan vivo como siempre, y su vuelo continuo es como el del dragón... ¿Quién sabe cómo vuela un dragón?
Hay unas palabras tuyas que contienen la clave: "Somos nosotros quienes creamos los valores con nuestras acciones individuales". Exactamente, amiga: somos nosotros. Así pues, dejemos un poco de lado lo que otros crearon, y sigamos creando. En ese "crear" están todas las respuestas.
Yo, como decía, estoy aún sobre la fina línea de un pensamiento vivo, sobre un difícil "filo de navaja" que intenta abrir una brecha entre los mundos. Esto que suena tan aparatoso no es más que el intento de este "pobre hombre", como me llamaba hace poco la en principio anónima Carmen Inclán, de arañar las sombras, para ver, en la medida de lo posible, lo que hay al otro lado... Está bien mirar a la noble estatua, contemplar su perfección y belleza, pero ¿qué hay de la sombra? ¿No tiene ella también derecho a ser contemplada, escudriñada, incluso a ser desvelada, iluminada, traspasada?
Esto tiene que ver con lo que defino como "magia".
Y ¿qué es magia? Con esa palabra tan usada, tan mal usada, pero cuyo brillo me sigue atrayendo, quiero denominar a la relación directa entre el ser y la vida. Y cuando digo "ser" quiero decir el individuo, la persona, aislada o no, que consta de un cuerpo con cinco sentidos. No tengo ni idea de si este ser es el "ontológico" de los filósofos o no, yo sólo me refiero a lo que he dicho.
Y bueno, este ser, tú, yo, está vivo, obviamente, pero tiene un grave problema: no sabe vivir. Y está lleno de preguntas al respecto, porque quiere saber, necesita saber. Aunque, la verdad, esto último se da sólo en ciertos seres que podemos llamar "inquisitivos", porque la inmensa mayoría lo tiene todo muy claro desde el principio.
Que tú, Cristal, te definieras en una ocasión como "una pesimista con esperanza" (creo que fue más o menos así), significa que lo que la experiencia te ha enseñado es que éste es un mundo cerrado y sin soluciones, que se puede seguir luchando para mejorar algo, pero que, básicamente, el ser humano no tiene remedio. Pero a esto le agregas lo de "la esperanza", dejando una ventana abierta a lo que parece imposible, y eso es porque tu ser interior, tu alma (Alfaro me va a regañar), se resiste a dejarse vencer por una realidad que no puede ni quiere admitir. ¿Y por qué esto? Aquí es donde entra en juego lo que llamo "magia"...
Por un lado está nuestra experiencia, lo que la vida propia, personal, nos ha mostrado, facetas buenas o malas que configuran nuestra visión de lo que es la misma vida y el mundo en que se desarrolla, pero "algo" dentro nuestro sabe otras cosas... Hay una relación directa con el corazón de la vida, inconsciente o no, por algo tan simple y tan obvio como que somos parte de ella.
Y ocurre que en ciertos raros momentos, nuestro ser es capaz de olvidarse de su experiencia, buena o mala, y sentir lo que hay al otro lado. Sentirlo y vivirlo es lo mismo. Y los sueños son muchas veces "puertas" abiertas que comunican, ventanas hacia una visión más entera de la realidad. Pero no siempre hacen falta los sueños, algunas veces es suficiente con un poco de silencio.
Por el "otro lado" me quiero referir a lo que hay más allá de nuestra esfera personal, de nuestra obligada visión egocéntrica de las cosas. O sea, a mucho.
Estar siempre atento a este tipo de cosas es lo que yo entiendo por "huir" de la mediocridad, independientemente de lo que se haga o deje de hacer. La mediocridad es equivalente a la ceguera. Y si es una mediocridad voluntaria, además de ciega es culpable. Para mí el "héroe" es precisamente el que lucha por guardar estas cosas, contra viento y marea; y no lo hace por figurar como héroe, sino porque no puede actuar de otra forma, ni quiere. Es héroe porque es obstinado, fiel a su propio sentido, como decía el amigo Hesse. Ante él se levanta nada menos que toda una imposible montaña, o todo un mar absurdo lleno de conflictos insolubles, un mundo vacío y contrario, pero él lucha por traspasar esa barrera, lucha por salvar su visión de las garras implacables de la mediocridad.
Aplaudes las palabras de la amiga Gárgola, yo también. Recordémoslas: "Hace falta una gran humildad para reconocer lo poco que hemos llegado a saber y lo mucho que jamás sabremos. Los filósofos (los héroes, los intelectuales), a veces se exceden en la soberbia. Si fuéramos constantemente profundos y coherentes... Ahí sí que nos enfermaríamos."
Me da la impresión de que Gárgola tiene a Nietzsche en mente cuando habla de soberbia, y quizá a otros... Bien, sólo quiero añadir que los héroes a los que me refiero no se exceden, no está en su ánimo conquistar ninguna estrella, son humildes y cabales, en ese sentido de reconocer sus limitaciones -¿quiénes son ellos para descifrar el misterio del universo?-, pero sí son muy celosos de su pequeño secreto, de su mínimo puente, de ese aire distinto que a veces se cuela por su ventana... Los héroes, los pequeños héroes a los que me refiero no son tampoco "constantemente profundos y coherentes", aunque les gustaría, y no lo son por su calidad de humanos, por no ser dioses. Son sólo humanos que sienten y sueñan, sólo eso, y no pretenden ser otra cosa. Pero me atrevo a aventurar que ser profundo y coherente no es tan duro como lo pintan, y no sería motivo de enfermedad alguna, más bien al contrario. Mi imagen de lo que sería un sabio, la que tengo idealizada, se acerca mucho más a la lúdica alegría de un niño que a la seria gravedad de un dios.
Dejemos a los dioses en sus cielos y a los héroes en sus batallas, y nosotros limitémonos a estar atentos, con las ventanas abiertas, por si acaso pasara volando el dragón, ese que siempre pasa pero casi nunca vemos, porque casi siempre nos pilla haciendo otras cosas...
¿Parole, parole, amiga Cristal? Seguramente sí, pero aunque ahora sople sobre ellas para dispersarlas, como hojas de otoño, siento que algo dentro de mí sonríe.
Un abrazo, amiga de destellos.
Antonio H. Martín
(28 de febrero, 2009)