Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







miércoles, 17 de diciembre de 2008

La manía del orden




Hay una cosa que debo aclarar con respecto a lo que escribí en su momento sobre la ‘fuerza de la costumbre’. Me refiero a la manía del orden.
Tengo esa ‘manía’, y ver las cosas ordenadas me da una sensación de tranquilidad. El desorden y la suciedad me producen desasosiego. La imagen caótica de todas las cosas revueltas, sin orden ni concierto, no resulta nada positiva para mis nervios.
Quiero decir con esto que esa ‘manía’ del orden tiene, si no es obsesiva, un sentido, y no obedece a la fuerza de la costumbre, sino a una necesidad, que tenemos algunos individuos, de que lo que nos rodea esté ordenado y tranquilo. Nuestros nervios así nos lo piden.
Los que tenemos una sensibilidad delicada necesitamos ese orden. Otro tema aparte es el por qué de esta necesidad, pero seguro que no es a causa de la fuerza de la costumbre.
Una sensibilidad delicada no es sino una sensibilidad que ha sido dañada. Ordenar las cosas, despejar las mesas de objetos sobrantes, poner en su sitio esa figura a la que tenemos aprecio, es poner un pequeño orden en nuestro pequeño mundo personal. Si eso nos ayuda a vivir, está bien.
Pero, cuidado, que esto no se convierta en obsesión. Está bien ordenar para sentirse tranquilo, pero no hasta el punto de que si nos falta ese orden nos derrumbemos y suframos. Entonces la cosa nos sobrepasa y nos domina.
En ese caso sí seríamos esclavos de la fuerza de la costumbre. Esto del orden, como todo, es bueno en su justa medida, en su naturalidad, pero más allá de ese límite se convierte en un mal que debemos evitar.

Creo que esta noche voy a desordenar un poco las cosas...


AHM. (17 de diciembre, 2008)

6 comentarios:

  1. Antonio, a veces en una pintura bien ordenada no nos llame la atencion, pero una pincelada discordante acentua ese mensaje que lo pudiera hacer mas atractivo. Creo, que el universo esta muy ordenado, nosotros somos los juguetes desordenados a modo infantil, esa quizas sea nuestra gracia. Saludos.

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  2. En el caso que dices, Terry, sería precisamente esa pincelada la que 'ordenaría' el cuadro. Cuando hablo de orden no me refiero a algo lineal, sino al sentido de las cosas.

    Por cierto, se me ocurre una pregunta (si no la ves aquí, te la repetiré en tu sitio): Me da en la nariz que eres un aficionado al buen coñac y de ahí tu nombre... ¿Te imaginas si tu preferido hubiera sido el Magno? Hubiera quedado grandilocuente, jeje.

    Si te parece que el comentario es 'incorrecto', lo borro y santas pascuas.
    Ah, y felices fiestas.

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  4. Bueno, Maite, sólo son formas, modos de hacer, pero seguro que tu 'desorden' está de lo más ordenado, mucho más que mi 'orden'. (:-)

    ¿La astrología esa es una amiga tuya? ***

    Que pases unas alegres fiestas, rodeada de amigos y regalos.

    Un abrazo del lobo navideño.

    Pd.- ¿Dónde está la nieve?

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  5. Te diría que te envidio. Creo que a un espacio, habitación, pupitre, estudio, etcétera, se le saca mucho más partido si está ordenado. Sin embargo, a veces he experimentado una desagradable sensación de vacío al contemplar una mesa impoluta, con pocos artilugios, y encima, clasificados simétricamente. Parece como si allí no se cuece nada. Un lugar elegante pero sin vida.
    Tus nervios quedarían trastornados para siempre, si visitaras mi buhardilla. Mi nido literario, es un lugar censurado a mujeres de la limpieza, a manos metódicas o amigos y familiares ajenos a mi quehacer; los libros, los periódicos, las revistas se amontonan a modo de rascacielos por doquier y entre las brechas y pasadizos que quedan libres, aparecen papeles, notas, apuntes, fetiches, que atascan posibles escapatorias. No obstante es un barullo organizado; nunca he extraviado nada y estoy en condiciones de afirmar que en pocos segundos hallo lo que preciso. Sólo cíclicamente, cuando el caos empieza a ser intolerable, dedico un día entero a recogerlo todo y colocarlo en su sitio primigenio y lógico. Exhausto disfruto de unas horas de esta especie de pureza. Poco dura. Soy un anárquico empedernido e incorregible.

    Bien, aunque sea un riguroso descreído de las fiestas navideñas, por cortesía a los que me importan, soy capaz de raspar una zambomba o entonar unos villancicos.
    Te deseo que tengas unos felices días.

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  6. Gracias, Daniel.
    Sentí lo mismo al ver una foto del escritorio de Elias Canetti: una gran mesa y sobre ella un libro abierto, una campanita, una bolita del mundo y dos docenas de lápices bien afilados y perfectamente alineados... Daba la sensación de que allí no se podía hacer nada, y menos escribir. Parecía un museo.
    Me gusta ser ordenado, pero no hasta ese punto.
    Lo que dice, por el contrario, el caos de tu buhardilla es que está lleno de vida; lo del desorden obedece simplemente a circunstancias espaciales y de tiempo.
    Seguro que tu "nido literario" es un sitio agradable por donde vuelan libres los pensamientos...

    Gracias por tu deseo para estas fiestas, aunque los extraños no somos muy festivos. Me conformo con que los vecinos me permitan un poco de paz para poder leer y escribir a gusto.

    Un saludo.

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