Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







lunes, 1 de diciembre de 2008

El punto medio



EL PUNTO MEDIO


Todos sabemos que el sol es absolutamente necesario para la vida, pero también tenemos claro que si nos acercáramos demasiado a él nos provocaría la muerte. Lo mismo ocurriría si nos alejáramos más de la cuenta; esa distancia acabaría con nosotros. De manera que el lugar más favorable para la vida está en lo que podemos llamar el punto medio; más allá de ese punto, en uno o en otro sentido, la vida empieza a tener serios problemas.
Esto no es una preferencia nuestra, sino una realidad a la que debemos adaptarnos si queremos sobrevivir. El ser humano no rechaza meterse en el fuego por simple capricho, sino porque se quema si lo hace. Sin embargo, todos aceptamos gustosamente la cercanía de un buen fuego en invierno. La cuestión está en la distancia que hay entre el fuego y nuestro cuerpo, que siempre ha de ser prudente.
Esto tan simple me sirve para ilustrar cierto comportamiento humano... Digamos que el fuego, el sol, simboliza la fuerza de la propia vida. Algo muy poderoso de lo cual nos nutrimos, pero que asimismo puede destruirnos si no mantenemos la distancia necesaria. Hay que entregarse, vivir la vida profunda e intensamente, pero siempre desde el punto medio que salvaguarda nuestra integridad psíquica y física.

Lo que tenemos muy claro con respecto al fuego, no lo tenemos tanto en relación con la vida. Nuestra tendencia parece ser la de lanzarnos de lleno sobre ella, con avidez, como si fuera la mejor forma de extraer su jugo, exprimiéndola y bebiéndola a grandes tragos. Pero lo que nos trae esta actitud es el efecto contrario: la vida se nos atraganta y nos hace daño. La vida, vivida de esa manera, se convierte en veneno y puede incluso matarnos.
Suena como a budista esto del punto medio, y puede que lo sea. Ahora mismo no estoy seguro, aunque me suena que en el budismo se habla de algo parecido, o exactamente de la misma cosa. Pero lo importante es experimentar uno mismo que ése es el sitio correcto, independientemente de qué religión o filosofía lo haya expuesto así.
El punto medio es el lugar idóneo desde donde podemos apreciar la vida en toda su riqueza e intensidad, y vivirla. Mirado de cerca, nos damos cuenta de que ese punto no es sino la medida de nuestro propio ser. Lejos de él podemos quemarnos en un sentido o congelarnos en el otro. Sólo el punto medio nos permite vivir sin daño, sentir sin dolor, disfrutar alegremente de las buenas cosas de la vida sin que ello nos arrastre hacia un peligroso torbellino ni nos empuje a un mar helado de sombras, soledades y tristezas.
Pero el punto medio no es un escudo o una armadura que se use para aguantar los golpes y evitar males mayores, sino sólo el único lugar y la única forma en que se puede vivir sin que eso que nos ocurre y por lo que pasamos se convierta con el tiempo en un doloroso y lamentable malvivir.

Somos dados a los excesos, entendemos así la vida, y luego tenemos que pagar un alto precio por ello, sorprendidos de que sea la misma vida, nuestra querida aliada, la que nos ha tumbado.
Un hombre situado en ese punto medio puede parecernos, a simple vista, como un ser frío y calculador, alguien que nunca se entrega demasiado, que vive sólo a medias, sin pasión, sin grandes alegrías, sin intensidad; y pensaremos que eso no es vivir. Pero precisamente lo que ese hombre hace es vivir intensamente, apasionadamente, con toda la fuerza de que es capaz. La única diferencia, lo que le distingue de nosotros, es su control, su prudencia, su serenidad; y ese control, esa aparente frialdad está motivada por la unión de su afecto a la vida con el conocimiento.
Un hombre que se mueve desde el punto medio está viviendo de la mejor de las maneras; mantiene su energía en el sitio justo y así puede interactuar con la mayor capacidad. Ante un momento grave, ante un conflicto, ese hombre actuará con la mejor disposición y la fuerza más directa.
Puede parecer, quizás, mera palabrería, pero no lo es. Se trata de una mínima y sincera reflexión que estimo digna de al menos un poco de atención. Creo que es interesante intentar alguna vez situarnos en ese punto medio, que es donde se equilibra la balanza; seguro que entonces veremos las cosas de otra manera, como desde una alta torre o una montaña... Abajo las corrientes se mueven como enloquecidas en todas direcciones, se arremolinan, chocan entre sí y se dispersan, pero en lo alto el aire es limpio y sereno, los colores brillan más y el cofre de la magia está abierto, con todas sus joyas al alcance de la mano.

También en las alturas hay problemas, vientos y tormentas. El punto medio no es ningún castillo inexpugnable, tiene también su vulnerabilidad, como todas las cosas. Pero seguro que es el mejor de los sitios para vivir.


AHM.
(30 de noviembre, 2008)

6 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Vaya, Maite, parece que me has descubierto...

    Sí, soy chino adoptivo y estudié hace muchos años en la escuela de Chuang Tsé.

    He puesto este mismo tema en LK y parece que ha hecho cosquillas...

    Tchai tcheng.

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  3. ¿Chino adoptivo?

    “Revoloteaba alegremente; era una mariposa muy contenta de serlo. No sabía que era Chuang Tse. De repente despierta. Era Chuang Tse y se asombró de serlo. Ya no le era posible saber si era Chuang Tse que soñaba ser una mariposa, o era una mariposa que soñaba ser Chuang Tse.”
    Claude Roy —en su Claves para China— describe a Chuang Tsé “La sabiduría de Chuang Tse es modesta y burlona, expresada con imágenes, por medio de pequeños apólogos maliciosos e irisados. Sus lecciones son enimgáticas, alusivas”. El historiador Sze Ma Chien dice: “Sus enseñanzas son semejantes al curso caprichoso de un agua que se extiende... nadie puede utilizarlas con un objeto bien definido. Todo lo contrario ocurre con Confucio —sigue Roy—, que pone en manos de quien lo escucha herramientas muy útiles y armas muy prácticas. Chuang Tse sugiere más que dicta; orienta más que guia. Es un encantador, no un profesor. Hace respirar un aire de libertad, mientras Confucio hace reinar un orden de las funciones. Se burla y critica, mientras Confucio dogmatiza y amonesta. Chuang Tse tiene espíritu. Se escurre y elude la mano que pretende inmovilizarlo. Corre y corre, como el hurón de la canción; como las nubes del cielo; como esa partícula del espíritu que llaman la loca de la casa porque no quiere quedar prisionera en ella”.

    Chuang Tse deseaba sencillamente hacerse olvidar y desconocer; fundirse en la naturaleza y en lo que le rodea, como esos insectos que se vuelven semejantes a la rama muerta o a la hoja verde en la que se refugian.

    La moral de Chuang Tse es una moral idealista, evasiva. Recomienda la flexibilidad, el abandono, la confianza total en la naturaleza. Confucio explica la duración del Imperio; Chuang Tse explica la poesía y el humor chino. Uno ha salvado al Estado; el otro ha hecho perdurar la lozanía. Uno encarna el orden; el otro la fantasía. Por eso, el dicho popular chino: “Cuando alguien tiene éxito en este mundo, es siempre un confucionista, mientras que cuando fracasa es siempre un taoísta”.

    Algunos autores consideran a los taoístas los primeros libertarios del mundo.

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  4. ¡Ese, ese es mi maestro!
    Idealista, evasivo, fantástico, humorista y libre, sobre todo libre.
    Es el espíritu que siempre me ha seducido.
    Lo que pasa es que soy un mal alumno, por eso en vez de hacerme olvidar he creado este blog... Contradictorio que es uno.

    Al menos, he conseguido lo del fracaso, así que soy taoista. ;-)

    Un saludo desde una rama del árbol inútil.

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  5. Siempre me ha costado situarme en el punto medio.
    Tiendo como tú dices a vivir intensamente y luego pagar las consecuencias... pero vamos aprendiendo
    De eso se trata la vida ¿no?
    Gracias por tu comentario y compartir tus pensamientos

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  6. Gracias, Amparo, por pasarte por aquí y leer este texto, ya antiguo.
    El "punto medio" es difícil, sí, pero merece mucho la pena buscarlo.

    Un saludo, desde el medio.

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