Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







domingo, 21 de septiembre de 2008

Distancia...



    Miraba en silencio, desde la gran ventana de su castillo, a la lejana casa de la colina. Sabía que ella estaba allí, seguramente paseando por su jardín a la luz de las estrellas, o leyendo su librito de poemas y suspirando en cada verso... Sí, estaba allí, casi podía verla; y sentir el brillo de su sonrisa de luna. Tan cerca, tan cerca..., y sin embargo tan lejos...Si pudiera salir de la torre y montar en su caballo, en pocos minutos estaría llamando a su puerta labrada, con el corazón jubiloso y los ojos muy abiertos esperando ver su amada figura, su figura de agua tocada por la estrella de su rostro.

    Pero entre el castillo y aquella casa merodeaba Noruth, el gélido demonio de la distancia... Cualquier intento sería en vano. No podía moverse, no podía acercarse para verla y escuchar su voz de plata, su risa de colores, y quizás robar un cálido beso de sus labios de púrpura. No, no podía. Sólo podía entretejer desde la quietud una delicada tela de sueños, pintar en el aire las figuras más brillantes, susurrar las más dulces canciones... Pero todo quedaba ahogado por la soledad y el silencio. ¡Yasmina! ¡Yasmina!
El corazón se le llenaba de hielo y de sombras. Yasmina...

    Sabía que era imposible, que nada se podía hacer. El demonio de la distancia acechaba en la llanura... Y todos conocen el grave peligro que eso entraña. Si te atrapa, caes preso de la más extraña locura y ya nunca vuelves a ser quien eras. Si a pesar de todo se atreviera a cruzar el llano, aún a riesgo de caer en manos de Noruth el temible... ¿quién sería el que llamara a la labrada puerta de la dulce Yasmina?...

    Unos pasos que se acercaban de prisa por el pasillo le sacaron abruptamente de sus pensamientos. Era el viejo mayordomo.

    —Señor Noruth, ha llamado la señora; me encargó que le comunicara que no la espere para cenar, que su amiga Yasmina celebra una fiesta íntima en su casa y que se quedará allí hasta altas horas de la noche.

    Apretó los puños con rabia contenida y despidió al mayordomo con desaire. Ya fuera de su ensueño, sólo llegó a murmurar entre dientes:
    —Distancia, distancia...


Antonio H.M.
(20 de septiembre, 2008)

3 comentarios:

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  2. Hola Maite.
    Ante todo tengo que decir que se trata de un cuento "inconsciente"... Estaba observando la imagen que lo acompaña (una pintura del místico Nicholas Roerich), cuando de pronto me puse a escribir; sin ni siquiera tener una ligera idea de la historia.
    O sea, que el sentido de lo escrito -si lo tiene- no lo sé ni yo mismo. La historia salió sola, sin ayuda de nadie.

    De todas maneras, parece que hay un detalle en el que no te has fijado: el demonio de la distancia y el amante preso en su castillo tienen el mismo nombre...

    Creo que sí has leído otro breve cuento mío. Aquí mismo puse hace tiempo "La figura en el puente".

    Mis saludos y mis respetos a tan amable y fiel lectora.
    Antonio

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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